27.7.12

El tiempo del hombre muerto / Alfonso Xen Rabanal

Portada de Julia D Velázquez

A pesar del poco tiempo que el verano me ha dejado para escribir y leer, es un auténtico placer leer los libros recién editados que han llegado hace poco. 

El tiempo del hombre muerto es la segunda parte de trilogía CRÓNICAS PARA DECORAR UN VACÍO ENTRE LA NIEBLA, de Alfonso Xen Rabanal, la primera es La cámara de niebla (Eclipsados, 2008). 
Nunca sé cómo enfrentarme a la obra de Alfonso Xen Rabanal a la hora de escribir algo sobre ella. Tengo la misma sensación que con La cámara de niebla, que a pesar de haber ido leyendo casi todo en su blog, Crónicas para decorar un vacío, cuando lo lees impreso en papel te parece estar ante algo distinto e inclasificable como género literario. Predomina el estilo inmediato y personal del blog, lo que surge de una forma espontanea de la mente y que Xen ha ido escribiendo casi a diario, de ahí esa proximidad a lo que podría ser un diario personal e íntimo, solo que la intimidad de Xen no se reduce únicamente a él y a su proximidad más inmediata, parte de su inmediatez hacia lo externo, de lo puramente sicológico hacia lo social, mirada y crítica social donde nos reflejamos todos, por eso más que hablar de novela (que en ningún modo lo es) prefiero hablar de obra.  
El tiempo del hombre muerto sigue la línea de La cámara de niebla, aunque se hace más abrupta, sin obviar el lirismo de ciertos pasajes, y más acerba en la crítica del tiempo -sistema- en que nos ha tocado vivir, es un crudo reflejo de la realidad. Es difícil separar el yo que escribe, siente y piensa ( las partes más líricas) del yo social que se subleva contra todo, como un puzle que intenta recomponerse sabiendo que forma parte de otro puzle mayor cuyas piezas están descolocadas y perdidas. Es un libro sobre el sistema y de hartura del sistema donde todos roban, una obra que llama a la conciencia ciudadana, a nivel social y a nivel particular, toda una llamada a la rebelión. Una obra para despertar a los dormidos y para darte debruces contra un mundo en crisis, donde lo personal en modo alguno queda relegado a un segundo plano. 
Un libro que admite, sin duda, varias lecturas. 

... 
no puedo recapitular, no puedo hacer del pasado un mundo feérico maravilloso y de colores. No puedo hacer una ucronía, contar las cosas como a mí me hubiese gustado que sucediesen. No es mi papel labrarme un pasado donde siempre fui el héroe... no, no puedo. No tengo máscaras, los carnavales sólo dejaron en mí la ceniza, los restos de un incendio que otro inició... en el que yo ardí.

 Avancé a hostias, las hostias que le caen al pringado que una vez creyó en lo espontáneo... ese que nunca pensó en un mañana, que hacía de su presente un eterno aprendizaje de chapuzas parcheando las tuberías por donde fluye lo cotidiano, las mismas que reventaba de noche para que el alcohol sólo regase el campo yermo de su cerebro. 

Siempre he sido un ser solitario, que salía a la noche a ver, escuchar y a callar... pues nunca a nadie le conté mi vida en la barra de un bar... aunque he escuchado miles de veces las historias que se amplifican en una copa vacía de verdades... a esas horas en las que lo único que debería ser plausible es el silencio, no las mentiras del día que duelen al que se vende. 

Sólo te buscaba allí donde sabía que nunca estarías... ese camino solitario en donde enterré la mitad de mi vida. 

Ahora, soy un zombi desterrado cantando un Blues a la luz azul de la luna para que algo brille entre la Niebla... Y decirte que el resto, ese cuarto de mitad uñero según los médicos... lo que me quede... lo pongo sobre el tapete... pues ahora apuesto por la vida, por mí... mientras te susurro las crónicas de mi silencio hasta que tropecé conmigo y te encontré, tal y como fueron... 

No puedo esconder nada, no puedo decirte que fui algo pues nací a ti... 

Sólo quería decirte, mi niña... que volvería a errar por mil caminos cuarenta años de cada vida por recorrer un trecho del camino como éste contigo
 ...

Alfonso Xen Rabanal, “El tiempo del hombre muerto”

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