10.9.16

Los nombres de la herida / Juan Ignacio González


UNA VENTANA AL SUR

Para que fuera posible la casa,
antes fue la madera
y el ramaje frondoso donde, a veces,
los pájaros construyen su linaje,
y, claro está,
                    la lluvia
que  anegó los paisajes del bosque de la infancia,
la sierra de metal del maderero
y el ebanista que amansó los nudos
sobre el febril tablero de la vida.

Y fue preciso entonces
que el amor levantara las paredes
a prueba de los golpes de la infamia,
los muros del cercado de la dicha
donde nació la vida
en el vientre sereno de la tarde
y una ventana al sur donde la espera
de los ojos de un niño,
que escrutaba el cristal de la memoria,
vio regresar los pasos de los suyos.

Copiado de Los nombres de la herida de Juan Ignacio González, editado por Playa de Akaba.
 

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